A propósito de la Semana del Parto Respetado, que acaba de finalizar, un repaso a lo antinatural del parto horizontal y otros padecimientos que se suelen padecer en esa circunstancia. La importancia de informarse y reclamar.
Una amiga que no se pudo dar el gusto -es mamá de trillizos, nacieron por cesárea- me envía un link por mail con una sola palabra: "Mirá". Y miro. Es la imagen de una mujer de parto. Se la ve caminar, tomarse la panza y hacer gestos de incomodidad o dolor que uno imagina mayores si debiera estar acostada, casi inmovilizada. El hijo viene en camino y después de varios pujos sale del vientre impulsado por una ley formulada por Isaac Newton que al menos en la Tierra no falla: la ley de gravedad.
A algunos les parecerá poco creíble que una mujer en nuestro país pueda parir de esta manera. Y sin embargo existen dos leyes que garantizan que, si ella quiere, pueda. Por un lado, la ley 25929, del Parto Respetado y por otro la que contempla la erradicación de la violencia contra la mujer (Ley 26485) que, en su inciso "E" caracteriza precisamente la violencia obstétrica como "aquella que ejerce el personal de salud sobre el cuerpo y los procesos reproductivos de las mujeres, expresada en un trato deshumanizado, un abuso de medicalización y patologización de los procesos naturales". En buen romance, esto significa que la mujer tiene derecho a rechazar procedimientos como el rasurado de genitales, las enemas, la indicación de permanecer acostada todo el tiempo, la rotura artificial de la bolsa, la administración de fármacos (el "goteo") para acelerar el parto, los tactos vaginales reiterados y por diferentes personas, la compresión del abdomen mientras puja (una maniobra llamada de Kristeller, peligrosísima), la episiotomía, el raspaje uterino sin anestesia y también la cesárea, siempre y cuando no esté fundamentada en razones estrictamente médicas, y demostrables.
La mujer argentina tiene derecho, en cambio, a parir acompañada, a elegir la postura en que quiere hacerlo (si parada, o sentada, o en cuchillas), a que no corten el cordón umbilical del bebé hasta tanto no haya dejado de latir (esto, entre otras cosas, previene anemias) y a que no la separen de su hijito o hijita después de nacer para poder ponerlo al pecho de inmediato.
Las nurseries deberían ser una pieza arqueológica, al igual que la camilla horizontal, usada únicamente para comodidad del operador. En cambio, en todos los centros donde nacen bebés tendrían que existir las salas TPR: de trabajo de parto, parto y recuperación, ubicadas en un mismo espacio para evitar el traslado innecesario de la mujer.
Que la Biblia haya condenado a la hembra de la especie humana a parir con dolor es un estigma. Sobre esta condena bíblica, fundante, ha avanzado, voraz, la medicalización del parto, que en los últimos 60 o 70 años logró transformar un acontecimiento tan natural en algo mucho más parecido a la enfermedad que a la salud.
Es cierto que los partos institucionalizados disminuyeron notablemente la mortalidad neonatal, aunque no siempre salen bien: el doctor Elías Hurtado Hoyo, presidente de la Asociación Médica Argentina, escribe que en nuestro país la ginecología y obstetricia son las especialidades médicas que enfrentan más demandas por mala praxis: un 26%, seguidas por la cirugía (25%), la traumatología (14%), la clínica médica (9%) y la anestesiología (8%).
El problema no es sólo nuestro, y es por eso que desde 2003 se organiza la Semana Mundial del Parto Respetado, siempre hacia fines de mayo. El objetivo es difundir y llamar la atención sobre cualquier forma de violencia obstétrica que, contra lo que se cree, no ocurre únicamente en los centros públicos o más carentes. También en clínicas de excelente hotelería se la puede sufrir.
"A ver, gordita, separame bien las piernitas que te voy a revisar. ¿Cómo que te duele? Cuando estabas haciendo al chico, ¿no te dolió?" "A ver mamita.. dejá de llorar como una nena y pujá, dale, pujá que ya viene..." "Vamos, ¿cómo vas a tener miedo? Si llorás y no colaborás se te va a morir el chico adentro..." Frases como éstas son frecuentes durante el trabajo de parto y el alumbramiento.
"Tuve mi primera hija hace más de 10 años y sufrí todo tipo de atropellos. Desde el primer tacto que me hizo la obstetra al rasurado que impuso la enfermera o los tactos posteriores de un residente que decía que así me 'ayudaba' ... Con los años, y otros partos, entendí que no era normal traer un hijo de esta manera", dice Paola de Petris, una diseñadora gráfica cordobesa que creó un blog y un usuario en Facebook, Mami Kanguro, con más de 8.000 seguidores, donde foristas de todo el país intercambian experiencias.
"La Organización Mundial de la Salud tiene una serie de recomendaciones para un parto respetado y, aunque se supone que todas tenemos derecho a eso, los partos violentos y deshumanizados son la realidad de millones de mujeres en todo el mundo", dice Paola.
El lema de esta edición de la Semana Mundial del Parto Respetado, que acaba de finalizar, fue "Silencio, mujer pariendo, bebé naciendo". En muchas ciudades argentinas (Buenos Aires, Mar del Plata, Río Negro, Neuquén, Chaco, La Rioja, La Plata, Mendoza, Rosario, Tandil, Tilcara, Santa Fe...) hubo actividades de difusión.
Es que una de las claves para combatir el problema radica, precisamente, en no callarse la boca. En informarse, preguntar, reunirse con otros, empoderarse. El objetivo no es menor. No en vano, Michel Odent, médico francés que en los 70 se opuso a la medicalización del parto y revolucionó así la obstetricia, dijo: "Para cambiar el mundo, hay que cambiar la manera de nacer".
Teléfonos gratuitos donde hacer denuncias o consultas:
Ministerio de Salud de la Nación: 0800-222-3444
Dirección General de la Mujer del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires: 0800-666-8537
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Otra polémica por el parto sin dolor: afirman que no dan la peridural en los hospitales
Los derechos de la mujer al momento del parto es un tema que se discute desde hace tiempo. Legalmente, están contemplados en la ley 25.929 de parto humanizado. Pero la realidad es que muchas padecen violencia obstétrica y situaciones para el olvido a la hora de la llegada de sus bebés. Y si bien en el último tiempo surgieron varias famosas hablando del “parto animal”, como describióPaula Chaves el nacimiento de su segundo hijo o el deseo de parir como “una hembra” de Emilia Attias, son muchas las mujeres deben vivirlo así, pero no por elección. Según una investigación de la Asociación por los Derechos Civiles (ADC), en los hospitales públicos de todo el país las mujeres que transitan un parto natural no reciben la anestesia epidural, comúnmente llamada peridural. “No tienen derecho a un parto sin dolor en los hospitales públicos”, afirma a Clarín Torcuato Sozio, presidente de la asociación que llevó adelante este trabajo. Según el informe de ADC, “el origen de esta situación no está, como podría haberse previsto, en la carencia de los medicamentos, sino en la falta de profesionales”. Y continúa: “Los anestesiólogos aducen ser muy pocos en los hospitales públicos. Por lo tanto, argumentan, sólo pueden dedicarse a las operaciones de urgencia. Dado que el parto con dolor, sin anestesia, es médicamente factible y hay de hecho muchas mujeres que lo eligen, entonces no forma parte de ese repertorio de intervenciones urgentes”. Según el informe de la ACD, en Argentina hay 4 anestesistas cada 1.000 habitantes; en el Reino Unido, por ejemplo, la cifra sube a 25. “El anestesista está para resolver situaciones que el especialista evalúa e indica si la considera necesaria. Pero nos encontramos con que en los hospitales públicos no tenés el promedio de anestesistas obstétricos disponibles para que el parto sin dolor se dé cuando una madre lo necesita”, explica Sozio. “Una cosa es tener un anestesista para las urgencias y otra tener un anestesista dispuesto a hacer su tarea para que no sufras desde el primer momento. Nosotros defendemos que como mujer tengas el derecho a elegir”, añade. “Partimos de un implícito que es que cualquier persona quiere sufrir lo menos posible –añade Sozio–. Si en un hospital tenés entre 1.500 y 3.000 partos por año y en ningún caso aplicás la peridural, ni tampoco la ofrecés, hay una grave violación del derecho de la mujer. Acá el tema es que no tenés la opción de elegir. El único modo de respetar el parto es que la madre pueda decidir si quiere anestesia o no, que le den a la gente humilde la posibilidad de elegir”. Consultado sobre la presunta falta de anestesistas, el director provincial de Hospitales del Ministerio de Salud bonaerense, Leonardo Busso aseguró que "las prestaciones de anestesia en los hospitales de la Provincia están cubiertas. La epidural es una práctica simple que se aplica siempre y cuando tenga indicación". En el mismo sentido, la directora provincial de Salud en el Ciclo de Vida del ministerio, Flavia Raineri, agregó que "no es necesaria en todos los partos y las mujeres en general no la solicitan". Desde la Asociación Sindical de Profesionales de la Salud de la Provincia de Buenos Aires (CICOP) dan otro panorama de lo que sucede en la Provincia. “Por un lado, hay deficiencias en los tiempos de los anestesistas para las tareas que hay que hacer. Si bien las cirugías en general están cubiertas, hay otras actividades que no son urgencias, en las que pueden faltar anestesistas. En esta categoría entran los partos normales, que en principio no requieren anestesia”, explica Fernando Corsiglia, presidente de Cicop. A eso se suma, según Corsiglia, que hay “poco stock de insumos para peridural”, lo que obligaría areservarlos para las cesáreas. En la Ciudad, Jorge Gilardi, presidente de la Asociación de Médicos Municipales, asegura que “están cubiertas las guardias de anestesia” y agrega que en los hospitales porteños hay “un anestesista disponible por si la mujer siente mucho dolor, y llegado el caso se le puede dar”. Gilardi advierte que en el tema de las anestesias peridurales “es imposible de generalizar”. Pero asegura que “si una mujer lo solicita, se le puede hacer”. “Estaría muy mal que una mujer que tenga necesidad de peridural, no dársela. Pero también está mal dársela si no la necesita”, concluye. Pero otros profesionales afirman que en la mayoría de los hospitales públicos porteños los anestesistas sólo intervienen en los casos de cesáreas. “Es la realidad de la anestesia hoy. No se aplica epidural para el trabajo de parto natural en los hospitales”, explica el anestesiólogo Juan Manuel Cazenave, que el año pasado denunció a las dos asociaciones que agrupan a los anestesistas y se encargan de su formación por manejar los convenios con el sector de la salud y regular los aranceles. Cazenave, que actualmente se desempeña como anestesiólogo para ginecología y obstetricia, lo describe así: “Existen dos medicinas, una que recibe su analgesia y la otra que no. Y es el día y la noche cómo ves a la paciente: de una manera es más llevadero, de la otra sufre”. Clarín intentó comunicarse con las asociaciones de anestesistas, pero no obtuvo respuesta. En tanto Margarita Vilar, presidenta del Colegio de Obstétricas del Distrito 5 y coordinadora de obstétricas de la Maternidad Sardá, admite que faltan anestesistas para los servicios de obstetricia en los hospitales generales. “Es una realidad la falta de anestesistas y es algo que debe ser evaluado en cada institución. Pero en cada hospital debería haber uno para obstetricia para disponer del recurso y evitar cesáreas innecesarias”, dice. Aunque también critica “el uso sistemático de peridural en el sector privado. Si vamos hacia una buena utilización no debería masificarse”, afirma. Y concluye: “Si hubiera acompañamiento y contención de la madre, sólo el 20% de los partos naturales necesitaría anestesia”.
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