Una guía para vincularse con enfermos de cáncer: aconsejan no
preguntarles “cómo están”
Un nuevo libro
sugiere que la mejor contención es hablar menos y escuchar más a los pacientes.
- Clarín
- 12 Dec 2016
- THE NEW YORK TIMES. ESPECIAL
¿Cuál creen que es la pregunta que se le
hace más comúnmente a una persona que tiene o tuvo cáncer? Si pensaron “¿Cómo
estás?”, acertaron. Sin embargo, por atentas que parezcan esas palabras, a
menudo no son de ayuda e incluso pueden ser dañinas para el que sufre la en
fermedad. En una fiesta familiar que tuvo
lugar un año después de mi propio tratamiento contra el cáncer, un pariente
lejano me preguntó justo eso. Le contesté: “Estoy bien”. Él insistió: “¿De
verdad estás bien?”. “De verdad”, le dije. ¿Y si no lo hubiera estado? ¿Me
habría gustado ponerme a describir las malas noticias médicas en lo que se
suponía que era un evento divertido?
Un diagnóstico de cáncer puede dejar
mudos a los amigos y familiares, o bien provocar que hagan comentarios
inapropiados, aunque su intención sea buena. Algunos que no saben qué decir,
simplemente evitan por completo al paciente con cáncer, un acto que puede ser
más doloroso que si dijeran o hicieran algo inadecuado. Un nuevo libro, “Amar,
apoyar y cuidar al paciente con cáncer”, escrito por un hombre que recibió
tratamiento para combatir un cáncer y que asesoró a decenas de otros que
también padecen esta enfermedad, me puso a pensar en la mejor manera de hablar
con alguien que enfrenta el cáncer: su diagnóstico, tratamiento y secuelas. El
autor del libro, Stan Goldberg, es un especialista en comunicación, profesor
emérito de trastornos de la comunicación en la Universidad Estatal de San
Francisco.
Goldberg descubrió a los 75 años que
padecía una forma agresiva de cáncer de próstata. En una entrevista comentó que
los pacientes con cáncer con fre- cuencia se topan con personas que adoptan el
papel de animadores y dicen cosas como: “No te preocupes”, “Vas a estar bien”,
“Vamos a enfrentar esto juntos”, y “Van a encontrar una cura”. Sin embargo,
explica: “Las palabras de aliento pueden funcionar a corto plazo, pero a la
larga pueden generar culpa si el cáncer es más agresivo y vence todos los
esfuerzos de la persona”.
Goldberg sugiere a las personas que,
cuando visiten a un paciente con cáncer, hablen menos y escuchen más. Entre los
varios “no” sugeridos por el ex- perto, están los siguientes:
• No llame la atención sobre los cambios
físicos del paciente diciendo cosas como: “Por lo menos te deshiciste de esos
kilos de más”.
• No le diga al paciente que tiene suerte
de padecer un tipo de cáncer y no otro, pues esto minimiza lo que la persona
está enfrentando. No hay nada afortunado en tener cáncer, incluso si es uno de
los “buenos”.
• No dé información sobre tratamientos no
probados ni referencias de doctores de práctica dudosa.
• No sugiera que el estilo de vida de la
persona es el causante de la enfermedad, incluso si en efecto puede haber
contribuido. La culpa no ayuda.
• No sermonee al paciente sobre
mantenerse positivo, lo que puede generar sentimientos de culpa en el paciente
si las cosas no salen bien. Es mejor decir: “Cuentas conmigo, sin importar lo
que suceda”, y decirlo de corazón.
• No pregunte sobre el pronóstico. Si el
paciente brinda esa información, está bien, hablen sobre sus implicaciones. De
lo contrario, es mejor contener su curiosidad.
• No se convierta en una carga para el
paciente por sus propios sentimientos de desánimo, aunque está bien decir:
“Lamento que te haya pasado esto”. Si se siente abrumado por la posibilidad de
interactuar con una persona con cáncer, es mejor expresar “No sé qué decir”,
antes que no decir nada o evitar a la persona por completo, pues puede sentirse
abandonada o pensar que a uno no le importa.
El diagnóstico puede provocar comentarios
inapropiados, aunque las intenciones sean buenas.
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