lunes, 6 de febrero de 2017

Resistencia a los antibióticos, un callejón sin salida

Tema del domingo

Resistencia a los antibióticos, un callejón sin salida

Bacterias más fuertes y una industria farmacéutica centrada en la rentabilidad.
Resistencia a los antibióticos, un callejón sin salida
Cerca de Recife, en Brasil, una mujer alza a su beba con zika (F. Dana/AP).

Enfermedades

Los antibióticos son un recurso no renovable”. Nada alegres son las palabras de Alejandra Corso, Jefa del Servicio de Antimicrobianos del Departamento de Bacteriología del INEI-ANLIS “Dr. C. G. Malbrán” (laboratorio de referencia ante el Ministerio de Salud y, a nivel regional, ante la OPS). ¿Las razones? “Hace unos 30 años que la industria farmacéutica no desarrolla antibióticos nuevos. Es que no es rentable: se usan poco tiempo y necesitás grandes inversiones de dinero y tiempo -unos 10 años- para desarrollar moléculas y gestar un nuevo antibiótico. Además, la resistencia de las bacterias es continua. Es una lucha perdida: las bacterias evolucionan todo el tiempo y los humanos no tenemos nuevas moléculas para enfrentarlas”.
El triunfo de los microorganismos patógenos parece holgado. Tomemos el neumococo estreptococo pneumoniae, responsable de enfermedades como meningitis o neumonía. Aunque la penicilina no modificó mucho sus efectos, la eritromicina no corrió la misma suerte : en 1995 tenía un 2% de resistencia mientras que 10 años después pasó al 33%. Ante la presencia de enterococo faecium (produce bacteremia), hubiera sido útil hace 12 años administrar vancomicina, cuando la bacteria no mostraba la resistencia del 61% medida en 2015.
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Las infecciones urinarias por escherichia coli también se hicieron de puntos a favor: entre 1995 y 2015, la ampicilina pasó del 42% al 55% de resistencia; el cotrimoxazol, del 24% al 34%; y la ciprofloxacina, del 3% de resistencia al 16%. Ni hablar de las infecciones en la piel que causa el estafilococo aureus: la resistencia a la cefalexina pasó del 18% al 65%.
¿Cómo aumenta la resistencia? “Tenemos organismos benéficos para la salud y otros patógenos. Ante una faringitis, el médico receta azitromicina para atacar el estreptococo pyogenes. Ocurre que en el mismo ‘nicho’ conviven neumococos, que en la faringe no producen infección, y el antibiótico arrasa con toda la flora de la garganta, incluso la que te protegía de otras bacterias”, aclara Corso.
Además está la ingesta ociosa de antibióticos: por los animales que comemos (a los que les inyectan drogas en cantidad con fines preventivos) y muy seguido una infección causada por un virus o parásito es tratada, por error, como bacteriana. Una novedad que debería llegar pronto es el Xpert, estudio en sangre que aproxima el diagnóstico al tipo de bacteria o virus, y que sería más efectivo que el clásico hisopado.
Según Corso, “los test rápidos bajaron el consumo de antibióticos, pero aún pasa que o el médico no los indica o el paciente lo presiona para que le resuelva el malestar”. Y agrega: “Los hábitos más simples son los mejores:lavarse las manos, seguir el calendario de vacunación, no automedicarse y cumplir las indicaciones médicas: las últimas bacterias que mueren son las más resistentes. Si el tratamiento no se termina, son esas bacterias las que quedan como remanentes. Y en la siguiente infección, la resistencia será aún mayor”.

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